sábado, 24 de febrero de 2024

TRISTEZA

 


Hay una tristeza

en todas las cosas,

una niebla indescifrable

que brama y que jadea,

cierta tesitura astral

que timbra melancólica.


Hay una tristeza

en tus sedientos labios,

un lamento intraducible.

La hay en tus ojos

que apenas 

perciben los míos.

Más allá de tu cuerpo,

hay un trágico aroma

que persiste y persiste

en rodearte con su manto.


Esa luz opaca 

dejará una tristeza

en todas las cosas.

En tu iris, sobre todo,

y por lo tanto,

en el amplio hueco

de tu pecho

que una vez alumbrado

se aprestará para albergar

la voz amarga

propia

de las cosas tristes.

domingo, 7 de enero de 2024

DE VANADIO

 


            A mi hermano Michel, el oráculo 


Entre el vapor y la memoria 

me dijiste que no olvidara

cuando me bañaba en los pasillos

de aquella casa amarilla bajo el zapote,

donde había un jabón esperándome 

con su cuadratura fugaz

después de jugar con el barro 

en el riachuelo de la calle.

Que sería poeta

y que mis versos serían aguijones.

Que debía sumergirme 

en la ebullición de las aguas 

y los manantiales para sanarme.

Que mi color sería el rojo

como el vanadio latiente y el ocaso.

Que al sustraerme de la realidad

estarías allí para traerme. 

Que no regalara mis estrofas 

ni arrojara perlas al lodazal de los días.  

Que alguien más vendría tras de mí

para reemplazar los horizontes.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

ELIXIR ES LA MÚSICA

 

                   A Pablo Sánchez, gurú del jazz


Elixir es la música,

un diente de ajo tostado por cena

y una canción sobre la mesa bastan

para un cigarro consumido en sí.

Coltrane, Sanders y Miles

trompeta y brioso sax   

que su dolor gustoso los digita

al dulce sorbo del mezcal ahumado

entre vasos en vela consumados

sobre estas claves de acidez variada, 

cuya transparencia vitral del ojo

rumor de palabra es.

Se arrastra en pergaminos y papeles.

de corcheas y claves anodinas 

que expanden con su rima 

terrazas alumbradas.

Lianas de neón en esas ventanas.

Lianas son, floripondios en racimos

abajo en mi almohada

que habrán de apaciguar el griterío 

de una urbe ennegrecida.

Suicidas grises, en andenes van. 

Suicidas negros en vagones vienen.

Dorados candelabros y el voltaje,

es un desvanecedero ese viaje

en la valva que el gran gusano aplasta.

Mi único exceso ha sido 

dejar que me posea bien la noche,

toda su vehemencia

y toda su manía. 

Además de su causal poesía, 

el rayo curvo que chispea adentro

y apenas acaricia el manso viento

prensado en el metal. 

A algunos los calcina  

mas a otros los eleva,

para degustar esas notas grises 

de indómito magneto,

que acaso sea ungüento,

de música y consuelo

para aliviar al sol que llevo dentro 

agusanado y triste

uno a uno entre mis huesos.

jueves, 9 de noviembre de 2023

AMECAMECA

       
               Detalle de un mural en la "Perulera", Tacuba, CDMX


Tan fruto y tan carne eres

que tanto habré de degustarte a solas.

Mujer que te embelleces

a cada paso dado sobre arena,

abstraída en ti, inmersa y tan cautiva,

dueña eres de la tierra

del tiempo roto en el curvado péndulo.

Te veo en esos antros,

en los tianguis y aceras,

Te veo en Venecia o en Amecameca,

en París o en Noruega,

de tez mediterránea te anhelo,

culminada a párpado bronceado

de pálidos embrujos y perfumes,

te veo en mis húmedas almohadas.

Me cautivas hondo y hondo me consumes

en tu suave liguero de vanadio

que enredas y que ajustas

a las nocturnas redes de tus piernas

o al mousse crepuscular de tu cabello.

Hembra mía, radiante,

hechicera ojidulce,

dadora de caricias terciopelo

en negación a tus prístinas uñas.

Abrevaré de tu cauce en la punta

y calidez del seno.

Mujer mía, es verdad,

que todos esos cisnes

se parecen demasiado a los ángeles

y verdad que soy yo 

lo más cerca y semejante a los cisnes,

pues nuestra filiación

es por un hilo de luz en picada

al fondo del océano,

con seres condenados

al oscuro ritual de su descenso.

Fémina de atunados labios, dama,

rajada vulva que ama

al respiro leve, al compás inverbe

al tacto de mis dedos.

Empieza a clarear esta mañana

y te veo a mi lado.

Cambié para ti diez gotas de sangre 

por una sola de semilla láctea

que ofrecí solemne sobre tu espalda.

Recogimiento en flor,

el ideal y el eros

de nuestra carne conjurada en carne.

Lo único que yo he podido tomar

de vetustos y agrestes callejones,

es esta sombra que arrastran mis pasos

bajo épicos balcones.

Mujer, ya no regreses,

deja la memoria serena, intacta

pues tienes mi bufanda 

y un par de alunadas noches en velo.

Recordarás esta verdad  por siempre:

todo corazón nace ya ocupado,

por el constante anhelo

de amar o ser amado.

miércoles, 11 de octubre de 2023

ECLIPSE


Todos esperan 

ser abrazados por el sol,

diluidos en el vicio constante 

de su aura y su consuelo.

Ser imantados 

por su mirada fecunda

como la semilla austera

en vísperas de la tormenta. 


Incluso los peces 

fosilizados en el turquesa 

esperan,

esos mismos que aliviaron 

mi hambre cuando era niño.

El manantial, 

celestial espejo,

en su azul aguarda,

el mismo que sació mi sed

en aquel entonces.


Lejos, muy lejos,

de la humildad de los que enferman 

y ven a los otros con misericordia

porque se van adelantando

en el camino,

el hedor de la cordura

envenena la lógica del mundo.

Raras veces 

me llega el rumor de estar vivo

cuando el astro radiante 

se empotra sobre el oyamel.


Hoy, las nubes conspiran 

para sobajarlo. 

¡Sol asesino de sombras!

Quien me llegue a conocer, 

sabrá que soy un trozo de bosque, 

el rumor del agua,    

un hongo quieto que tiene sueño 

apenas deja de caer la lluvia. 

Quien me llegue a conocer 

sabrá que quiero atravesarme 

con una punta de obsidiana  

y que esos infinitos ecos en la cueva,

alaridos de gamuza,

jamás podrá callarlos nadie. 


Una bellota rodó  

al crepitar las arañas con su marcha

el silencio bajo la hojarasca.

Parvadas de plumas se elevan

esperando que mis versos sean

perfectos hexágonos

fijados al basalto

que atravesarán el ojo del sol

como la astilla atravesó 

la lengua de los necios.


Argolla centelleante,

anillo de fuego, 

luciérnaga furiosa

en el telar nocturno de la nada.

¡Maldito por la eternidad, 

el sol que fermenta las heridas!

¡Mira cómo hacen el amor tus flamas

justo detrás de la preciosa luna!

¡Mira que el eclipse pasa

como el chispazo de un insecto 

que ha saltado afuera 

de este manto inmaculado. 

viernes, 29 de septiembre de 2023

MIRASOLES

¿Qué pasará en el otoño?

Quizá el mirasol ya no nos visite,

los campos quedarán tan tristes

sin el delicado viraje de su tallo. 

Sin el consuelo 

de acurrucarnos en su cáliz púrpura

o en el blanco pétalo 

de sus vestidos. 

viernes, 11 de agosto de 2023

EL BALIDO DE LOS DIURNOS

 

 A Roberto López Moreno, el laconista         

           mayor, con amistad sempiterna.  


Puedo más por lo que callo 

que por lo que digo, 

porque soy un hombre de humo

un hombre empostado en la ceniza 

dotado de grises dominantes

que espolean el sarro 

entre las uñas.

Grises que rasgan 

las innúmeras caretas

y sus aletargados guiños,

cuya tolvanera de nombres

se diluyen en el anonimato.

Pero escuchemos.

Hay un gemido fluorescente

en las auroras,

un dolor que encalla 

trás el roto párpado 

de toda consumada arena. 

Roberto, tú conociste 

al cisne de los diurnos,

al prodigio del verbo citadino 

que ahora descansa en San Isidro.

Reposa solemne  

en esa pequeña tumba, 

lo sabes, 

tumba en la que sólo cabía

el cuerpo de un niño 

allá en Azcapotzalco.

Mas la grandeza no es de cuerpos

porque si de ello se tratara 

la danzante llamarada 

no sería sinónimo del fuego,

pues la poesía 

ha recostado en su regazo

únicamente a los puros 

y a los desahuciados. 

La obsidiana que en punta penetró 

su curvado cuello de mármol 

también se quebró 

de tanta libación y sacrificio. 

¿No fue acaso

enemigo suficiente el hambre?

¿No fue suficiente 

el sol en sus espaldas? 

Lengua de infinitas sequedades

que afiló su labia

en todo lugar que iba,

el poeta diurno y troquelado,

se ataviaba con la piel del viento.  

Estuviste en la morada

donde la paz venció a la guerra

y el trocar de su lengua 

se decantaba en máxima belleza,

sólo disponible,

para menesterosos y olvidados. 

Recuerda, maestro del Ábrara que,

cuando el cisne de los diurnos se marchó

hubo señales crísticas

y este mundo no había retumbado tanto 

como aquella tarde 

en la cúspide del Gólgota,

ni con tanta virulencia

al haber constatado 

la ausencia del crepúsculo 

en los pulmones del poeta

Juan Bautista Villaseca,

quien escuchó el balido de la muerte 

que también píaba con mesura 

antes de reclamar 

lo que ha nacido suyo. 

Esa mirada se tornó al vacío 

y le fue construyendo barrotes de seda,

crisálidas de once varas

con finísimos hilos

para no percibir el contacto

del común sentido. 

Deambulaba encorvado 

en la mocedad de sus minutos,

pegado a su bóveda labial, 

el encumbrado verbo,

que llevaba una herida

demasiado abierta al rojo vivo 

que parecía no querer sanar

sino abrirse mucho más. 

¿Logró acaso con con sus versos 

consolar al Hijo del Hombre?

¿Le habrá donado la sandalia rota 

que calza el pie del indigente?

¡Que la tierra insista en retumbar

cada vez que nos deje huérfanos de luz!

¡Que la tierra se derrumbe 

y que llore nuevamente!

Que venga la tormenta 

con su espuma

y las ámpulas de su boca   

con intenso vendaval. 

No importa

que las llagas de la tierra

escarifiquen con sueños 

nuestra piel.

No entristezcamos

pues se quedará entre los mitos 

la sensualidad de una muerte prematura

y beberemos todo su bidón 

de agua lustral

atrás de los sepulcros.

Obedeceremos los verbales designios 

cuando los dejá vùs 

se agolpen en las sienes. 

Porque sólo un hueco bastará

y un puñado de amistades 

en la justa entrada de lo inmenso,

pues los poetas siguen siendo niños 

jugueteando con sus versos,

con toda su esencia  

y con toda su rabia  

contenida en su inocente corazón.